Ibiza y Sant Antoni de Portmany, la dama luminosa del mar Mediterráneo, uno de los destinos de vacaciones veraniegas que año recibe miles de turistas para disfrutar de sus playas, calas y fiesta nocturna, pero la Ciudad de Ibiza (Eivissa) ofrece mucho más.
Ibiza es la capital administrativa de las dos islas que los griegos llamaron Pitiusas: Ibiza y Formentera. Pero los fundadores de la ciudad de Ibiza fueron los cartagineses a mediados del siglo VII a. C., y la llamaron Ebusus. Desde entonces, por sus calles han deambulado (y vivido) personas pertenecientes a muy diversas culturas, pero tenemos el íntimo convencimiento de que Ibiza siempre ha sido la misma: una altiva pero acogedora dama luminosa cuyo potente carácter prevalece a pesar del inmisericorde paso del tiempo.
Hay dos Ibizas, la primera es la ciudad antigua, recelosa ante las novedades y los viajeros, ensimismada y recoleta, llamada Dalt Vila. La segunda, La Marina, es la parte cosmopolita, abierta a las influencias exteriores, confiada y comerciante, pegada al mar al que está íntimamente ligada. Y si el viajero quiere apreciar en toda su belleza la bella estampa de Ibiza, recomendados que haga su llegada por mar, y si es posible al amanecer o al atardecer, entre dos luces; es entonces cuando Ibiza despliega ante los ojos del viajero toda su espléndida personalidad.
Dalt Vila configura un barrio de los más atractivos que pueden verse en todo el Mediterráneo occidental. Está protegida por un sólido cinturón de murallas, y sus accesos más habituales son por el portal de ses Teules y el portal Nou, un poderoso bastión renacentista.
El barrio de Dalt Vila ha sido reconocido parte integrante del Patrimonio Mundial de la Humanidad, y presenta un aspecto medieval de mucha fuerza plástica. Todo en él es luz, y los espacios urbanos componen escenarios de gran expresividad. El plano urbano se ha preservado desde la Edad Media, con sus tortuosas callejas, sus vías estrechas y en pendiente y sus recoletas plazas.
Una verdadera delicia. Las casas están encaladas de blanco, y entre ellas no faltan las casonas nobiliarias con dimensionados patios de carácter mallorquín y delicados ventanales góticos y renacentistas. Coronando el conjunto urbano se erige la catedral de Ibiza, una obra iniciada en el siglo XIII de acuerdo al canon gótico, pero que presenta elementos barrocos del siglo XVIII.
En su interior puede verse un curioso retablo de San Gregorio y algunos objetos litúrgicos de interés. El Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera es otra de las instituciones emblemáticas de la villa. La sede de Dalt Vila está formada por varios edificios de indudable interés; y a través de sus salas se da un lujoso repaso de las culturas que han hollado Ibiza mediante valiosísimos objetos arqueológicos. El museo dispone de otra sede en la parte baja de la ciudad, y cuenta con una necrópolis púnica en muy buen estado, una de las mejor conservadas de todo el Mediterráneo.
Las coloristas y bulliciosas calles de La Marina constituyen el perfecto contrapunto al barrio histórico de Dalt Vila. Allí abundan los restaurantes, bares y tascas de puerto. El barrio de Sa Penya es tal vez el sector más atractivo del sector de La Marina. Está emplazado en el extremo del puerto, sobre un cabo rocoso, y destaca por el aire marcadamente mediterráneo y popular de sus construcciones.
Sant Antoni de Portmany – Ibiza – Fiesta nocturna en la bahía
Sant Antoni de Portmany está situado a 15 kilómetros al oeste de Ibiza, capital de la isla. Lo primero que sorprende es su espléndida bahía, la mejor de toda la isla. Tal vez aprovechando este estratégico emplazamiento, Sant Antoni de Portmany se ha convertido en el gran centro turístico de sol y playa de Ibiza. Pero, y amén de los encantos de su noche típicamente ibicenca, posee muchos atractivos que el viajero sin duda sabrá apreciar. En primer lugar, su espléndida bahía, muy suave y festoneada de agradables playas.
Pese a las numerosas construcciones hoteleras y de ocio para uso y abuso de turistas, en Sant Antoni todavía se conserva en la parte alta un interesante casco antiguo, con estrechas calles sinuosas y encaladas de blanco, y su iglesia del siglo XVII. Este barrio es muy comercial, y en él abundan las tiendas de artesanía más o menos ibicenca, los bares y restaurantes y alguna galería de arte y tiendas de productos gastronómicos. El barrio se decanta hacia el mar por el paseo de ses Fonts, centro neurálgico del pueblo, que bulle de actividad en verano.
En las inmediaciones de Sant Antoni se puede ver la curiosa capilla subterránea de Santa Agnès, hollada desde la época púnica; y hoy centro de una concurrida romería en acción de gracias por la milagrosa santa. También cerca del casco urbano está la cueva de ses Fontanelles, en un interesante paraje rodeado de acantilados y escarpes, y en la que se pueden ver pinturas rupestres de cierto interés.
En los alrededores de Sant Antoni de Portmany (a escasos 2 kilómetros en dirección norte), se encuentra la muy coqueta cala Grassió, pequeña y estrecha, pero con una playa agradable como pocas. Muy cerca de allí se halla el Aquarium de es Cap Blanc. Un acuario natural en el que el viajero naturalista podrá admirar la rica fauna que vive (cuando la dejan) en las islas Pitiusas. En el otro flanco de la bahía no faltan lugares costeros de interés, como el Port d’es Torrent, otro lugar para relajarse entre baño y baño; y un poco más adelante, cala Bassa, con una hermosa playa abierta al mar y rodeada de refrescantes pinares.
Ibiza y Sant Antoni de Portmany son mucho más que calas, playas y fiesta nocturna, dispone de una cultura y una historia dignas de conocer y disfrutar, así como su gastronomía, el complemento ideal para unas perfectas vacaciones en Ibiza.