La capital portuguesa dispone de una amplia variedad de visitas turísticas en Lisboa, idóneas para unas vacaciones de uno o dos días. Aunque muchos visitantes optan por una escapada corta, lo cierto es que la ciudad tiene suficiente encanto, historia y cultura como para disfrutar de una estancia más prolongada. Cada rincón ofrece algo único, y los contrastes entre lo antiguo y lo moderno hacen que Lisboa sea un destino ideal tanto para quienes buscan sumergirse en la historia como para quienes desean saborear el presente.
Lisboa, capital de Portugal, es una de esas ciudades que hace que el visitante se enamore de la misma y que, en el mismo momento de irse, esté pensando ya en una próxima visita. Su luz, sus calles adoquinadas, sus colinas, su mezcla de tradición y modernidad, todo contribuye a que sea un lugar difícil de olvidar. El ritmo tranquilo pero vibrante de la ciudad la convierte en un destino perfecto tanto para quienes desean recorrer sus callejuelas como para quienes prefieren sentarse en una terraza a contemplar el ir y venir de la gente.
Su rica historia, su ambiente, la cantidad inabarcable de monumentos y cierto toque misterioso que le da a la ciudad el hecho de que muchas de sus zonas históricas estén algo “abandonadas” hacen de Lisboa una ciudad mágica, una ciudad de la que enamorarse. Esa mezcla entre decadencia y belleza, entre lo antiguo y lo renovado, le otorgan una identidad muy especial. Muchos edificios conservan las cicatrices del tiempo, pero eso no les resta valor; al contrario, les otorga carácter y profundidad.
Situada en la desembocadura del Tajo, Lisboa fue un puerto de gran importancia en la época del descubrimiento de América. Prueba de ello es el Monumento a los Descubridores, situado en el distrito de Belém. Este monumento, también conocido como Padrão dos Descobrimentos, rinde homenaje a figuras destacadas de la Era de los Descubrimientos, como Enrique el Navegante. La estructura, que simula la proa de una carabela, mira hacia el río Tajo, desde donde partieron muchas de las expediciones portuguesas que cambiaron la historia del mundo.
En la ciudad se hace constante referencia al terremoto de 1755, hecho que destruyó casi por completo la ciudad y que causó decenas de miles de muertes. Este desastre natural fue uno de los más devastadores de la historia europea, y sus consecuencias marcaron profundamente a Lisboa y a sus habitantes. La reconstrucción de la ciudad fue planificada por el Marqués de Pombal, quien aplicó criterios de racionalidad urbanística y seguridad sísmica que aún pueden observarse en el trazado rectilíneo de algunos barrios.
Hoy día pueden verse restos significativos del suceso. El principal es el Convento do Carmo, unas ruinas en el distrito de Chiado que se pueden visitar y que ayudan a hacernos una idea de la magnitud del suceso. Este convento gótico, cuya nave principal permanece sin techo, sirve como un poderoso recordatorio de la fuerza de la naturaleza y el paso del tiempo. Hoy alberga el Museo Arqueológico do Carmo, donde se pueden contemplar piezas que abarcan desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna.
El centro de Lisboa está organizado en torno a la Praça do Comércio. Esta majestuosa plaza, abierta hacia el río Tajo, simboliza la reconstrucción y el renacer de la ciudad tras el terremoto. En ella, además de edificios nobles de color ocre que albergaban antiguamente instituciones comerciales y gubernamentales, encontramos una gran estatua ecuestre que representa a José I, monarca que gobernaba en el momento del desastre. En el lado opuesto al río está el Arco Triunfal da Rua Augusta, una monumental entrada que da acceso al distrito de Baixa, corazón comercial y urbano de Lisboa.
Tranvia en Lisboa Porgugal
Desde la Baixa podemos acercarnos al Bairro Alto, zona bohemia y de ocio nocturno. Este barrio cobra vida especialmente por la noche, cuando sus estrechas calles se llenan de gente que busca disfrutar de bares, fados en vivo y un ambiente relajado pero animado. Para acceder al mismo y debido a la inclinación de las calles que dan acceso, podemos optar por usar uno de los elevadores o tranvías que hay en la ciudad. El más famoso de todos es el de Santa Justa, monumento histórico nacional. Este elevador de estilo neogótico conecta la Baixa con el Chiado y el Bairro Alto, y ofrece unas vistas magníficas desde su plataforma superior.
También junto a la Baixa se encuentra el distrito de Alfama. Es el más antiguo de la ciudad; su origen es árabe y pasa por ser el barrio más pintoresco de Lisboa. Pasear por sus estrechas y laberínticas calles es una experiencia única, donde se respira historia en cada rincón. En el mismo podemos encontrar monumentos como la Catedral de Lisboa (Sé de Lisboa), un imponente templo románico construido en el siglo XII, la Iglesia de Santo Estevão y la Iglesia de San Vicente de Fora, una de las construcciones religiosas más impresionantes de la ciudad, que alberga los restos del patrón de Lisboa.
El barrio está coronado por el Castillo de San Jorge, una fortaleza que ofrece una gran panorámica de la ciudad y el estuario del Tajo. Esta construcción, que data de la época islámica, ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos y hoy en día es uno de los principales puntos turísticos de la capital. Desde sus murallas se puede contemplar un impresionante panorama de tejados rojos, colinas verdes y el serpenteante curso del Tajo.
Si decidimos alejarnos un poco del centro histórico podemos visitar el distrito de Belém. Este viejo barrio es famoso por la Torre de Belém, que lleva el mismo nombre que el barrio. Esta torre defensiva, construida en el siglo XVI, es uno de los símbolos de Lisboa y un excelente ejemplo del estilo manuelino. También podemos visitar el Monasterio de los Jerónimos, un conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que alberga los restos de Vasco de Gama y del poeta Luís de Camões. En Belém se encuentran también importantes museos como el Museo Nacional de los Coches, el Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología (MAAT) o el Centro Cultural de Belém.

Torre de Belen en Lisboa Portugal
Y si el viajero desea darse un capricho gastronómico, no debe abandonar Belém sin probar los famosos pastéis de Belém, una deliciosa especialidad de hojaldre rellena de crema, servida caliente y espolvoreada con canela y azúcar glas. Es uno de los dulces más emblemáticos de la gastronomía portuguesa.
En las afueras de Lisboa, además, podemos hacer una visita a la población medieval de Sintra. Esta localidad, declarada Patrimonio de la Humanidad, es un verdadero cuento de hadas, con sus palacios de colores como el Palacio da Pena, sus bosques envolventes y su atmósfera romántica. También se puede visitar el Palacio Nacional de Sintra, la Quinta da Regaleira con sus jardines simbólicos y túneles misteriosos, o el Castillo de los Moros.
Otra opción para una excursión de un día es pasar el día en Estoril, famosa por su casino y sus playas. Esta localidad costera, junto con la vecina Cascais, ofrece un ambiente más relajado y elegante, ideal para quienes buscan sol, mar y algo de lujo. El Casino de Estoril, uno de los más grandes de Europa, fue fuente de inspiración para la novela «Casino Royale» de Ian Fleming, creador de James Bond.
Estas son algunas de las muchas visitas turísticas que se pueden hacer en Lisboa, la capital portuguesa que enamora a los que allí deciden pasar unas vacaciones. Ya sea por su historia, su arquitectura, su gastronomía o su gente, Lisboa deja huella. Cada viaje a esta ciudad se convierte en una experiencia que invita a regresar, porque Lisboa no se recorre una sola vez; se descubre poco a poco, con cada visita, con cada paseo y con cada puesta de sol sobre el Tajo.